Hay estudios que han demostrado la existencia de “magnetosomas” (óxidos férricos) en el cerebro de distintos tipos de animales, y en concreto de las abejas. Es un tejido asociado a fibras nerviosas que es sensible a los cambios del campo magnético según su intensidad y que les sirve para orientarse como si fuese una brújula.

Existen varias investigaciones que demuestran los efectos dañinos de las líneas eléctricas de alta tensión sobre las abejas, afectan a la calidad de su función y a su fisiología. La radiación electromagnética tiene un fuerte impacto en los sistemas de navegación de las abejas. Varios autores han demostrado que comportamientos como la agitación, la inquietud y la agresividad de las abejas aumenta notablemente cuando éstas son expuestas a los campos electromagnéticos producidos por las líneas de alta tensión. Una investigación universitaria demostró los efectos negativos de estas condiciones en la biodiversidad de plantas e insectos polinizadores, esta investigación la lideró Marco Molina Montenegro: las abejas al pasar cerca de las líneas de tendidos eléctricos de alta tensión en 200 metros a cada lado, tenían un vuelo errático y se marchaban rápidamente de su radio de influencia. Bajo los campos electromagnéticos se intensifica su estrés, sufren recalentamiento de su organismo por las ondas radioeléctricas, la magnetita que tienen las abejas en la zona cerebral y en el espacio abdominal, al pasar por el campo electromagnético aumenta la temperatura de este mineral y se empieza a recalentar su cuerpo, no aguantan el calor y se van, las obreras se desorientan llegan a perderse y se mueren, estos efectos también los producen las ondas de telefonía móvil. Hay numerosas investigaciones en marcha.

En resumen, estos efectos a término pueden producir la desaparición de las colmenas debido a los efectos expuestos anteriormente, llegando a desaparecer los enjambres sin que alguien que no conozca estos efectos pueda explicarse, es el fenómeno conocido como “síndrome de despoblamiento de las colmenas”.

Por otra parte, las palas de los aerogeneradores son causantes de la muerte de millones de insectos, y por tanto de las abejas, por lo que tendrán también impacto en estas explotaciones.

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